Volví mi amigo.
Hoy amanecí tan enfermo que pensé que había sido pisoteado por alguna pesadilla mientras me rendía a los placeres de Morfeo.
El colchón parecía un sedante con cadenas. Nunca conseguí la fuerza para lograr levantarme de esa lapida inscrita. Pareciese que el colchón era un alma en pena.
Encendí el televisor y no vi nada excepto cosas triviales. Información ilógica, tragedias inocuas y Risas fastidiosas. Mis ojos empiezan a abrirse ante la fría y maldita mañana.
Por la ventana no cantan ni monjas, parece errático que los pájaros le tengan miedo a la ciudad ¿será esa briza de carbón que entra por el hueco de mi puerta aquella razón?
Todos los días respiro aquel sufrimiento sin gritos, esa mentira ecológica que de tanto repetirse ya parece verdad. Por suerte dentro de mí tengo una voz que grita con dolor.
Parece un terrorista caprichoso o un reaccionario fastidiado, pero aquella voz me hace pararme de la cama como un teólogo con miedo de paga.
Miro los libros y recuerdo que ya leí a Kafka y a Joyce la radio se prende con la precisión del dolor momentáneo de una plaga parasitaria. Tomo un vaso de agua que sabe a gusanos ¿o marranos?
La guitarra de algún genio sobrevalorado, me golpea el tímpano y me recuerda aquella fantasía musical que murió con mi sanidad. Recuerdo mis deseos de zoología y de mamertologia.
Pero me di cuenta que yo ya era abismal, un animal sin opción de curar. La política fracasada plaga la mañana de tristes noticias y la ridiculez militar me da la verdad sobre tanta gente que ha de llorar.
Me pongo a pensar en este conflicto que nunca ha de parar.
En alguna sierra cercana suenan tiros de izquierda y derecha y caen muertos como piezas de trusa. Luego los recordaran como héroes de la nacional o como asesinos de la larga lucha mortal.
Prendo el DVD y lo alimento con alguna película de Andrei o de Milos. Parece tener mal gusto especular, ante la frustración de la ignorancia martirial abro la puerta central y me dispongo a conocer la ciudad.
Pero el frio y la soledad me recuerdan a un paraíso artificial, camino como capataz de algo invisible, sin hogar.
¿Qué será que me hace falta para experimentar en esta vida? Yo ya probé, ya tome, ya pegue, ya salte, ya volé ya jodi a la comunidad más normal de toda esta vida bestial, pintada dentro de la normatividad urbana.
¿Miro al charco y que veo? ¿Un reflejo de algo ajeno? ¿Será mi mayor deseo? No sé, y voy a buscar entre los malecones de mi humanidad,
Entre los casilleros de mis recuerdos, busco y rebusco y no veo ¿estaré sufriendo el mal de leo? Salto por el callejón de las dagas virtuales y encuentro algo de sumo aspecto y de belleza anormal. Esto no parece ser real
Entre un mar de orquídeas radiantes destaca una flor de color amarillo y de altura graciosa. ¿Sera una reina de antiguas leyendas y de cantares grandiosos?
No me atrevo a arrancarla del suelo, se ve tan dulce y hermosa, no quiero evitarle ser diosa.
Le tomo fotos y le escribo basura, con la esperanza de que me no me vea de forma tortuosa. ¿Le alejo las abejas o permito que el ciclo natural sea inmortal? No quiero verla marchitar y mucho menos llorar.
¿He empezado a delirar por obra propia? Si Dalí me viera diría que soy un mártir del buen porvenir, pero no soy eso, soy solo un imbécil que cree en una oportunidad solapada en la distancia, en poder guardar el pétalo que cae de aquella rosa infructuosa.
¿Me disculpara por ser feo y por tener una mente atrofiada? Ya no quiero arrancarte de tu hermoso lecho, serias marchita y triste y hasta yo, el más rendido de tus imbéciles arrodillados te vería algo aburrida.
Prometí regarle agua y contarte historias de pájaros voladores y animales trovadores, tal vez así tenga tu atención y no tenga que volver por el pastizal a esa triste ciudad. Prometerte el oro y la esmeralda no es una opción de corazon.
¿Me dejara regalare el refrán y la risa?
No seré el hombre más formular ni aquel del que sea bueno degustar
No pido ni oportunidad, solo que me regále un cantar salido de su boca la cual confortase mi locura y mi cordura por igual
No soy yo aquel de sus anhelos, eso ya lo sé, pero mi deseo es aparecer alguna noche cálida entre su sueño y contárselo a su almohada
Seré el idiota más feliz, charlaría hasta con los cojines y el marfil. Todo por aparecer en su perfil
Hoy me iré a acostar, no sé si pensando en eso, usualmente me aburro de tanto imaginar. Lo único que les aseguro es que no seré de mal refrán, somos todos como una enfermedad gloriosa y quiero vivir cada momento de este catarro abismal de esta demencia amigable y esta locura de mi padre.
Hoy le voy a cantar a la almohada del rosal donde los encontré, de la sangre que bote y del dibujo que lee pinte.
Lo siento, arruine el día y lo siento. Me perdí cantándole a lo abismal, a la belleza en esta jungla urbana de clasismo y cinismo
Otro día será mejor, me lo tengo que prometer
Hoy por ti y mañana por el, si, por el.